Hace algunos días el Dr. Ramón
Guillermo Aveledo renunció a la secretaria general de la Mesa de la Unidad Democrática.
Luego de 5 años al frente de esta coalición de partidos políticos de oposición
al gobierno nacional y de algunas victorias y algunos errores, el Sr Aveledo
pone de nuevo en la palestra pública la necesidad de conformar una verdadera
unión que traspase una tarjeta unitaria en las consultas nacionales y una mera
formalidad como estrategia política. Esta acción por parte del Sr. Aveledo llega en
un momento, donde la unidad pareciera no representar a la totalidad de sus
componentes y la necesidad a la coalición de partidos opositores al actual
régimen (MUD) a replantearse nuevas estrategias y escenarios posibles en la
búsqueda de un cambio político en el país.
La Mesa de la Unidad Democrática
surge como un instrumento para presentar una alternativa a un cambio de régimen
político, y a su vez, a un re direccionamiento de Venezuela, de cara a la
hegemonía del Partido de gobierno. Es esa necesidad histórica de la unión de
fuerzas y movimientos para alcanzar los objetivos comunes, y en el caso actual,
mostrar al país una esperanza a un futuro mejor. Pero la unidad no puede
entenderse como un conjunto de
componentes (Partidos) homogéneos siguiendo directrices análogas. Sino las
convergencias de diferencias; de ideales, de doctrinas, principios, formas de alcanzar
objetivos y hasta de discurso. La unidad debe de referirse a las concordancias
de objetivos y a la unificación de fuerzas que permitan la construcción de una
alternativa democrática a un cambio de régimen en Venezuela.
Desde el pasado 12 de febrero,
algunos sectores de la oposición
liderados por Leopoldo López y María Corina Machado convocaron a la
Salida del gobierno nacional. Lo cual produjo múltiples marchas y
concentraciones en favor a esta propuesta. Pero a su vez, también se evidenció
dos tipos de oposición; aquella dispuesta a esbozar el cambio de inmediato y
aquella enfrascada a un dialogo sin resultados tangibles. Si bien la política
es instaurar relaciones, organizaciones y consensos para la constitución de un
proyecto nacional, también no es menos cierto, que la finalidad de la acción
humana encarnada en la acción política debe ser la búsqueda de resultados
palpables, para a su vez, figurar como una opción viable a la esperanza del
sentir de la población. Sin duda es debatible la inmediatez de la salida; han
pasado 8 meses y no divisamos salida alguna pero asimismo es debatible en
prestarse a la maniobra del gobierno y contribuir a un parapeto llamado dialogo
que no encarna un cambio verdadero sino que coadyuva a la preeminencia de la
dictadura militarista.
Somos diferentes, con ideas y
pensamientos distintos; pero compartimos el mismo principio: La democracia
enmarcada en la libertad. Como oposición, nos oponemos a la tesis del
totalitarismo y el populismo emanada de las filas oficialistas. A un modelo
político de carácter autócrata y a una distribución de la miseria. Nos une
estos fundamentos y objetivos comunes. Nos une la esperanza y las ganas de
construir una Venezuela libre: La mejor y única alternativa para sintetizar las
aspiraciones de los ciudadanos en la unidad. La unidad en la calle, la unidad
de partidos, la unidad nacional. En este momento en el que el país vive una
crisis económica y política donde la dictadura militarista se tambalea sin su
respaldo popular, es el momento perfecto para comenzar un arduo debate dentro
de la unidad democrática para reformularnos estrategias y reorganizarnos como coalición
de partidos. Con espíritu democrático y con la bandera de la libertad es hora
de mostrarle al país una hoja de ruta, que unifique a la sociedad organizada,
para alcanzar el cambio, de manera democrática, en Venezuela.
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